Decretos

 

 

Decreto contra la Reina del Cielo

 

Como iglesia levantamos la voz para establecer sobre los cielos y la tierra el decreto dispuesto:

 

“Después de estas cosas vi a otro ángel descender del cielo, teniendo gran autoridad, y la tierra fue iluminada con su resplandor. Y clamó con voz potente, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia, y se convirtió en morada de demonios y guarida de todo espíritu inmundo y encierro de toda ave inmunda y aborrecible!

Porque todas las naciones han bebido del vino ponzoñoso de su fornicación, y los reyes de la tierra fornicaron con ella, y los mercaderes de la tierra se enriquecieron con el poder de su lujuria.

Y oí otra voz procedente del cielo, que decía: ¡Salid de ella pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas! Porque sus pecados han sido apilados hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.

¡Pagadle como ella pagó, y dadle el doble según sus obras! ¡Vertedle el doble en la copa que ella vertió!

En la medida en que ella se glorificó y vivió en lujuria, así tanto dadle de tormento y llanto; pues dice en su corazón: Estoy sentada como reina, y no soy viuda, y jamás veré duelo.

Por eso, en un solo día vendrán sus plagas: muerte, duelo y hambre; y será consumida con fuego, porque poderoso es el Señor Dios que la juzgó.

Y los reyes de la tierra que fornicaron y vivieron en lujuria con ella, llorarán y se lamentarán por ella cuando vean la humareda de su incendio,

estando en pie de lejos, a causa del temor de su tormento, dirán: ¡Ay, ay, la gran ciudad, Babilonia, ciudad fuerte, en una hora vino tu juicio!

Los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan por ella, porque nadie comprará ya su cargamento: cargamento de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de perlas, y de lino fino, y de púrpura, y de seda, y de escarlata, y de toda madera olorosa, y todo objeto de marfil, y todo objeto de madera valiosa, y de bronce, y de hierro y de mármol, y de canela, y de especia, e incienso, y mirra, y olíbano, y de vino y aceite, y de flor de harina y trigo, y de bestias de carga, y de ovejas, y de caballos, y de carros, y de esclavos, y de almas de hombres. La fruta de la codicia de tu alma se apartó de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas se te desvanecieron, y nunca jamás las hallarán. Los mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron a costa de ella, se detendrán a lo lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estuvo vestida de lino fino, y de púrpura, y de escarlata, y adornada con oro, y piedras preciosas, y perlas, porque en una hora fue arrasada tanta riqueza! Y todo timonel, y todo el que navega de sitio en sitio, y los marineros, y cuantos trabajan en el mar, se pararon a lo lejos, y viendo la humareda de su incendio, gritaban diciendo: ¿Cuál es semejante a la gran ciudad?

Y echaron polvo sobre sus cabezas, y gritaban llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad! ¡Todos los que tenían naves en el mar se enriquecieron con su opulencia, y en una hora fue desolada!

¡Alégrate, oh cielo, sobre ella, y también vosotros santos, apóstoles y profetas, porque en ella Dios ha juzgado vuestra causa!

Y un ángel fuerte levantó una piedra, como una gran piedra de molino, y la echó al mar, diciendo: ¡Así, con ímpetu, será arrojada Babilonia, la ciudad grande! ¡Que nunca jamás sea hallada!

¡Que nunca jamás sea oído en ti tañido de arpistas y de músicos, de flautistas y de trompetistas! ¡Que nunca jamás sea hallado en ti artífice de oficio alguno! ¡Que nunca jamás sea oído en ti sonido de molino!

¡Que nunca jamás alumbre en ti la luz de la antorcha! ¡Que nunca jamás sea oída en ti la voz del esposo y de la esposa! Porque tus mercaderes fueron los magnates de la tierra, Y con tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones.

Y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido asesinados en la tierra". Apocalipsis 18:1-24

 

 

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